lunes, 16 de marzo de 2009

El cine, esa maravilla

Marzo 16, 2009
El Universal. 16 de marzo de 2009

Algunas personas que me conocen saben que soy muy aficionada al cine. La vida me regaló un hermano cuya pasión vital es la cinematografía, lo que me permite disponer de un admirable consultor en la materia. Sin embargo, escribo sobre Quisiera ser millonario, no para subrayar sus cualidades como la gran película del año, y de mucho tiempo. Quienes verdaderamente saben, los de la Academia, le otorgaron ocho premios Oscar, poco habría que agregar a su juicio, expresado en estos reconocimientos.
Llamo la atención sobre la película, por razones políticas, sociológicas, analíticas. Hay que asomarse a esa saga, por lo asombrosamente próxima que es a la realidad de muchos países en vías de desarrollo, y, particularmente, a la realidad de México.

La descripción de cómo pueden darse procesos de modernización que, sin penetrar ni trastocar las estructuras originales de explotación e inequidad, transforman la superficie de las sociedades, y prolongan e incluso profundizan las injusticias originarias, es excepcional. ¡Qué manera de develar la coexistencia, en las megalópolis contemporáneas del “crecimiento económico” articulado a la globalización, con formas aberrantes de explotación, de factura secular!

Con qué dolorosa ironía relata la fantasía colectiva de los desheredados, cuando se aferran a conseguir una participación —que puede convertirse en mágica— en el programa de televisión que distribuye premios cuantiosos, infinitos, inimaginables, y que en uno de los diálogos soberbios del filme, cuando le preguntan a la protagonista por qué tiene tanta audiencia el programa, porque todos quieren participar en él, contesta, con la contundente frase: porque es una forma de escapar.

La fantasía mediática como una forma cotidiana de escapar de una realidad descarnada, avasalladora, sólo con el sentido de sobrevivir a la violencia y el abuso.

Siempre me ha importado la India. Su historia, sus civilizaciones, su complejidad, me fascinan. Hace algunos años intuí que teníamos hindúes y mexicanos más similitudes que las que traslucen.

No puedo olvidar que cuando los europeos salieron en pos de “las Indias” legendarias, encontraron el continente americano, y que a los aborígenes de nuestras tierras se les denominó indios. En mis diversas aproximaciones a ese continente, a ese universo, descubrí Bombay, Mumbai, y gracias a una serie de novelas del gran autor Salman Rushdie, especialmente El último suspiro del moro, se me reveló cómo esa ciudad ancestral tenía algunas importantes semejanzas con la ciudad de México, sobre todo en los modos de articulación de la sociedad, y en los controles internos y las redes de poder que tienen enclaves territoriales y sociales en el horizonte urbano. La película es un corte transversal a la vorágine que es el Mumbai de inicio del siglo XXI, el del chico vendedor de té; se asoma a los muchos niveles de las contradicciones en las megalópolis contemporáneas, y al espejismo del crecimiento urbano, de moles gigantescas de concreto y de cristal, edificios de decenas de pisos sobre asentamientos hechos de composta de basuras, sobre pilares de sobreexplotación del lumpen urbano, con redes de control siempre en la frontera de lo legal y lo ilegal.

Algo más a agradecer al equipo que realizó Quisiera ser millonario, película que estoy cierta se incorpora a la cinematografía clásica: lograr, no obstante el despiadado dolor que transita a lo largo de los aproximadamente 120 minutos de la proyección, que el final tenga una verosímil luz de esperanza. Aunque sea pequeña. A pesar de todo.

correo@beatrizparedes.org

Presidenta nacional del PRI

1 comentario:

  1. orales cada ves que leo mas me convenso de que veatryz paredes es una gran mujer; quien si sabe en persona si algun dia la conosiera como seria creo que una persona no solo informada y culta sino tambien agradable jajajajaja

    ResponderEliminar